Agosto 2023
Bosques de Valdeón n.1, P.N. de los Picos de Europa, León, España. 2021
Gelatina de plata, disponible en varias ediciones limitadas y tamaños.
"En muchas ocasiones, cuando estoy bailando, me siento tocado por algo sagrado. En esos momentos, siento que mi espíritu se eleva y se convierte en uno con todo lo que existe".
Michael Jackson
1958-2009
Hay momentos en los que me pregunto si merece la pena todo el esfuerzo que conlleva realizar una fotografía. Si además tenemos en cuenta el hecho de que hoy, más que nunca, la tecnología facilita la creación de imágenes hasta puntos insospechados sin ni siquiera moverse del escritorio, ¿qué sentido tiene? ¿Acaso el observador se llega a plantear, en los apenas dos segundos que mira la imagen en su pantalla, cómo fue realizada? ¿Acaso llega a plantearse si ni siquiera es real?
Hoy, desde un ordenador y en apenas unos minutos, es posible crear las más increíbles imágenes con tan solo una serie de órdenes. No es necesario viajar cientos o miles de kilómetros. No es necesario caminar y esperar a la posición del sol durante horas. No es necesario supeditar el éxito de la toma fotográfica a la suerte de que el clima sea propicio para ello. No es necesario revelar la película, ni pasar horas en un cuarto oscuro buscando la forma de plasmar lo que viste allí afuera.
Entonces, ¿qué sentido tiene?
Hay algo que en mi opinión es insustituible. Es ese momento, fruto de la conjunción de esfuerzo y suerte, en el que se juntan todos los factores necesarios para crear algo único. Durante unos minutos, a veces tan solo segundos, puedes sentirte en sintonía con aquello que tienes ante ti. Es ese instante en el que miras a través del visor o del cristal de tu cámara y te dices: ¡Esto es!
La tecnología no puede acabar con el arte tradicional, porque no depende de aquellos que consumen arte ni de cómo lo hacen, sino de aquellos que lo crean, y de la irrefrenable necesidad de sentir ese instante de catarsis, ese momento sagrado de creación.
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